domingo, 15 de febrero de 2009

Sobre los incendios en Australia


Hoy fue día de luto nacional en Australia.

A lo largo y ancho de todo el país, especialmente en el estado de Victoria, millones de australianos se congregaron en actos oficiales y ceremonias religiosas para honrar a las más de 180 personas muertas en los 400 incendios que marcaron el peor fenómeno de este tipo en toda la historia de Australia.

Ya se empieza a hablar de responsables. La semana pasada fue liberado un hombre acusado de provocar uno de los incendios; no se pudo comprobar su culpabilidad. Las autoridades aún tienen detenida a otra persona y han levantado cargos criminales.

El cuerpo de bomberos de Australia, de los más experimentados y de mayor número en el mundo, ha sido acusado de negligencia. Desde la distancia puedo opinar que situaciones como ésta realmente sobrepasan la capacidad de los bomberos; basta sólo con ver las imágenes de las monstruosas e inmensas llamaradas en comparación con la insignificancia en tamaño de los vehículos bomberiles.

Lo que pienso es que falló el sistema de alerta civil del estado de Victoria. Es cierto que estos incendios se propagaron vorazmente aprovechando la sequía y los fuertes vientos que avivaron las llamas, llegando a avanzar 40 kilómetros en sólo 12 horas, pero no puedo imaginar cómo un país del primer mundo no cuenta con servicios adecuados de alerta de incendios, especialmente en época de alto riesgo.

Creo que habría que tomar como ejemplo el caso de Cuba: huracanes que causan cientos de muertos en la vecina Florida no pasan de un para de heridos en la isla, donde las posibilidades materiales para protegerse son mínimas.

Después de visto lo visto, no cabe duda que en cualquier país del mundo pueden ocurrir catástrofes humanas de niveles devastadores.

Mi solidaridad para con todos los familiares de las víctimas de los incendios.

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